Carta a mi Ángel

En una noche de incertidumbre y pesares, Andr?s, un joven de esp?ritu noble y coraz?n apasionado, se encontraba frente a su ventana, con las manos entrelazadas y la mirada perdida en un cielo despejado. La luna, brillante y solitaria, parec?a ser su ?nica compa??a mientras murmuraba una oraci?n intensa y sincera.

"Mi ?ngel de la guarda, t? que me has cuidado desde que llegu? a este mundo, hoy vengo a pedirte un favor que va m?s all? de mis fuerzas humanas. Hay alguien en mi vida que ilumina mis d?as y da sentido a mis sue?os: Laura. Ella es todo lo que el amor verdadero significa para m?. Pero ahora, ella y su familia atraviesan un dolor que ni siquiera puedo imaginar. La COVID-19 los ha alcanzado, y yo me siento impotente para aliviar sus penas.

Dime, ?ngel m?o, c?mo puedo demostrarle a ella y a su familia que mi amor no es solo palabra, sino una promesa eterna? Ens??ame a ser fuerte para sostener mis sentimientos, aun cuando el sufrimiento quiera derrumbarme. Ay?dame a estar a su lado, aunque no pueda tocarla, a ser un apoyo, aunque no pueda verla. Si esta es una prueba para mostrar que mi amor es aut?ntico, gu?ame para superarla. Que mis promesas no se queden en meras palabras, sino que sean actos concretos en medio de esta tormenta."

El joven sinti? una paz moment?nea, como si su s?plica hubiese sido escuchada. Aunque las l?grimas surcaban sus mejillas, se comprometi? a ser ese basti?n de esperanza que Laura y su familia necesitaban. Sab?a que esta no ser?a una prueba f?cil, pero estaba dispuesto a enfrentarla, seguro de que su amor ser?a m?s fuerte que la adversidad.

En un hospital de Col?n, Matanzas, los d?as y noches transcurr?an con la lentitud de una agon?a perpetua. All?, enfermeros y m?dicos libraban una batalla incesante contra un enemigo invisible que no daba tregua. Las salas estaban llenas de pacientes con s?ntomas graves, respirando con dificultad, luchando contra la fiebre y el dolor que parec?a consumirlos desde dentro.

Yudelkis, una enfermera con a?os de experiencia, relataba con voz temblorosa c?mo la pandemia hab?a transformado su vida y la de sus colegas. "Vi morir a tantos pacientes, muchos de ellos solos, lejos de sus familias. La COVID-19 no solo atacaba el cuerpo, sino que desgarraba el alma. Nos convertimos en la ?nica familia para ellos en sus ?ltimos momentos."

Entre los casos m?s desgarradores estaba el de M?riam, una madre de tres hijos peque?os, cuya ?ltima voluntad fue dejarles un mensaje lleno de amor y esperanza. Tambi?n el de Rogelio, un anciano que imploraba no morir lejos de sus seres queridos, y Caridad, una colega que sacrific? su vida en el cumplimiento de su deber.

Pero no todo fue desolaci?n. En medio del caos, hubo destellos de humanidad y entrega. M?dicos y enfermeras, a pesar del agotamiento y la falta de recursos, daban todo de s? por salvar vidas. Otros, sin embargo, sucumb?an a la tentaci?n de lucrar con el dolor ajeno, desviando medicamentos y dejando a los m?s necesitados en el abandono.

En este testimonio se entrelazan el amor incondicional de un joven dispuesto a enfrentar las pruebas m?s duras para honrar su palabra, y el hero?smo -junto con las sombras- de quienes estuvieron en la primera l?nea de batalla contra una de las mayores tragedias de nuestro tiempo. Ambos relatos nos recuerdan que, frente al sufrimiento y la incertidumbre, lo ?nico que permanece es la fe, la esperanza y la fuerza de los sentimientos verdaderos.