La tumba de Amaia

La berrea de un ciervo la dej? helada. Ariadna se volvi? para comprobar que todo segu?a en su sitio. La amortiguaci?n de sus zapatillas de running propuls? sus movimientos por el sendero que ascend?a por el bosque hacia el campus universitario. En esa zona hab?a desaparecido Sherlyn Price, una mujer que rondaba la edad de Ariadna, a la que la polic?a le hab?a perdido la pista, cuando sali? de casa para hacer footing, lo mismo que ella aquella tarde. Un mes despu?s un guardia forestal encontr? su cad?ver entre la maleza. Al realizar la autopsia, dictaminaron que el agresor la apu?al? varias veces, tras agredirla sexualmente. M?s de un a?o despu?s, la polic?a continuaba sin encontrar un sospechoso claro.
A pesar de lo sucedido, a Ariadna no le provocaba pavor, correr sola cerca del lugar donde hab?a aparecido el cad?ver de Sherlyn. Ya nada le daba miedo, tras haber perdido a su hermana hac?a doce a?os. Al contrario de Sherlyn, los restos de Amaia nunca fueron encontrados. Nada le hac?a pensar a Ariadna que ambos cr?menes tuviesen un nexo en com?n, hasta que cerca de una fuente en la que se deten?an los corredores para abastecerse de agua, a menos de novecientos metros de donde el guardia forestal encontr? el cad?ver de Sherlyn, observ? bajo un algarrobo, un objeto que destellaba bajo el sol de una manera extra?a.